Se ha reunido el comité organizador de la Feria Internacional de Maquinaria Agrícola (FIMA) de Zaragoza. Es un certamen que se celebrará en Feria de Zaragoza del 8 al 12 de febrero de 2022. Esta nueva edición (la cuadragésimo segunda) girará en torno a “la gestión del talento y las mujeres inspiradoras, sin dejar de lado la agricultura 4.0 y la importancia de la sostenibilidad en el mundo agrícola”. El director general de Feria de Zaragoza, Rogelio Cuairán, destaca “el compromiso de los miembros del comité organizador y el buen trabajo realizado desde la clausura de la edición celebrada en febrero de 2020”.
Alberto López, director de nuevos desarrollos de Feria de Zaragoza, recuerda que “todavía quedan dos meses de trabajo, con una contratación de espacios que aumenta semana a semana”. Javier Camo, director de FIMA, afirma que “la edición de 2022 cuenta con un ochenta y cinco por ciento de ocupación respecto a la de 2020, y con más de mil trescientas marcas expositoras; son noventa y nueve las empresas de nueva incorporación respecto a la edición de 2020”.
En cuanto a novedades, Javier Camo destaca que “el visitante estará acreditado cien por cien on line y se va a impulsar la interacción entre expositor y visitante”. Alberto López señala que “los expositores dispondrán de digital info points en sus stands, con el fin de poder volcar en formato digital el contenido y la información de los productos expuestos en el certamen; de esta forma, los visitantes podrán disponer de la información de cada expositor en sus dispositivos móviles”.
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Editorial de UPA: “Se nos acaba el tiempo”
UPA firma un nuevo artículo, que lleva por título “Se nos acaba el tiempo”. Aparece publicado en el número 293 de la revista “La tierra de la agricultura y la ganadería”, de la que la propia UPA es la editora. Dice así:
“Por supuesto que siempre ha habido sequías, incluso prolongadas durante varios años, calificadas siempre como históricas desde que hay registros. Por supuesto que los agricultores y ganaderos españoles estamos más que habituados, probablemente como ningunos en Europa, a sufrir la dureza extrema de los fenómenos climáticos de todo tipo. Por algo, con todas sus carencias y defectos, tenemos el mejor sistema de seguros agrarios de la Unión Europea.
Pero hace tiempo, mucho tiempo, que los problemas puntuales con las alarmas climáticas, como la grave sequía de este año, no hacen sino advertirnos de que nos enfrentamos a una situación inédita. Se observa un cambio en el comportamiento del clima provocado por nosotros, los seres humanos, con un desarrollo de actividades de doble cara: por una, nos ha ayudado a progresar y mejorar; y, por otra, ha generado agresiones terribles a la sostenibilidad medioambiental.
En definitiva, que la sequía que estamos sufriendo en España es histórica, sin duda, y que supone un enorme perjuicio a todos los sectores agrícolas y ganaderos; y por extensión al conjunto de la sociedad, porque a veces se olvida que de nuestros cultivos y nuestro ganado depende la alimentación sostenible y a precios justos de toda la población, en España, y en buena parte de Europa y el resto del mundo, que por algo somos una potencia exportadora de alimentos.
También es de valorar y agradecer la rapidez con la que se ha gestionado desde el Gobierno la puesta en marcha de ayudas directas, con prioridad para la agricultura familiar, presionando a su vez a las comunidades autónomas para que actúen en consecuencia.
Todo esto está muy bien. El problema es que estamos hablando de algo mucho más grave, que amenaza nuestro futuro y es necesario actuar ¡ya! con el horizonte en el futuro, en las nuevas sequías por venir, las olas de calor, las lluvias torrenciales que destrozan todo a su paso. En resumen, se ha acabado el tiempo de hablar del cambio climático para actuar sobre el terreno en la adecuación y mitigación, como venimos defendiendo en UPA con nuestros programas sobre la materia.
Hay que actuar sobre los planes hidrológicos, las inversiones en mejora de los actuales y puesta en marcha de nuevos sistemas de regadío más eficientes. Hay que aprovechar todas las oportunidades que ofrecen los progresos tecnológicos, que son muchos y vendrán más, para sacar el máximo rendimiento a cada gota de agua. Hay que acabar con la especulación y los usos indebidos, y aplicar criterios sociales y solidarios entre territorios para que nadie se quede fuera del acceso al agua imprescindible para producir alimentos.
Y todos, desde dentro del sector, las instituciones y lo que antes se denominaba opinión pública, debemos trabajar para evitar que se consoliden falsas verdades en torno al derroche de agua en el campo, al supuesto despilfarro de los regadíos o a la inconveniencia de producir alimentos para la ganadería.
Sólo desde una visión responsable y realista seremos capaces, en definitiva, de dejar de hablar de sequía en cuanto caen cuatro gotas y la ilusión óptica del asfalto mojado durante un rato hace creer que en el campo somos muy exagerados. Estamos ante una tremenda encrucijada, que sí que es histórica, y de nuestra capacidad de respuesta sostenida en el tiempo depende, sin duda, el camino a recorrer en el futuro”.