Hasta un 60 por ciento de la superficie agrícola española puede considerarse como área marginal. Una jornada técnica on line titulada “Nuevos cultivos para zonas de baja productividad” ha analizado que cultivos pueden dar vida a esas zonas marginales. Ha sido organizada por Cooperativas Agro-alimentarias de España.
Esta sesión ha tenido por objeto difundir los resultados de los proyectos europeos MAGIC, PANACEA y 4CE-MED, en los que participa Cooperativas Agro-alimentarias.
Estos proyectos persiguen de forma general la implantación de cultivos no-alimentarios en tierras de baja productividad, para incrementar la diversificación y rentabilidad de las explotaciones de los agricultores, aprovechando los nuevos mercados que están surgiendo en el marco de la bioeconomía.
Paz Fentes, del Ministerio de Agricultura, habla de la necesidad de trabajar por la diversificación de las explotaciones agrarias.
Dice que “los cultivos emergentes permitirán recuperar producciones del pasado muy adecuadas en la coyuntura actual, hacer frente al déficit de proteína vegetal y dar respuesta a las exigencias medioambientales de la nueva PAC (Política Agraria Común)”.
Paz Fentes incide en el papel de las cooperativas, de cara a que orienten y asesoren a sus socios sobre nuevos cultivos alternativos.
Berien Elbersen, de la Universidad de Wageningen, ha expuesto el trabajo llevado a cabo a través del proyecto MAGIC, que ha permitido mapear las zonas marginales de Europa a partir del análisis de factores como el clima, la humedad, la fertilidad y las propiedades químicas del suelo, la capacidad de enraizamiento, y las condiciones del terreno.
Este mapeo ha puesto de manifiesto que “el 60 por ciento de la superficie agrícola en España es de tipo marginal y, por tanto, para lograr la rentabilidad de las explotaciones será necesario producir otros cultivos que generen además servicios ambientales”.
Pilar Ciria, de CEDER-CIEMAT, ha expuesto algunas alternativas de cultivo para tierras marginales. Ha citado el olmo, agropiro, cardo, nicotiana, caña, brassica carinata, cáñamo, lino y cártamo, los cuales “se adaptan a condiciones adversas, pudiendo obtenerse bioproductos y biocombustibles”.
Uno de los cultivos que se ha ido implantando en los últimos años en España es la camelina.
Aníbal Capuano, de Camelina Company España, destaca “su resistencia a enfermedades y plagas, así como su buena tolerancia a la sequía y su efecto alelopático”.
Hasta ahora se han dedicado un total de 40.000 hectáreas a este cultivo, a partir del cual se obtiene aceite y harina.
Juan Carlos Bermejo, presidente del Consejo Sectorial de Herbáceos y gerente de la cooperativa ALCAMANCHA, ha expuesto la experiencia que han llevado a cabo con la introducción de nuevos cultivos como la citada camelina y el lavandín.
Afirma que “los nuevos cultivos requieren de innovación e inversiones, que hoy por hoy un productor sólo puede llevar a cabo si está respaldado por una cooperativa”.
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