La entrevista en The Guardian al ministro de Consumo, Alberto Garzón, sobre la ganadería española y la polémica que se ha desatado en torno a las macrogranjas han llevado a UAGA a pronunciarse sobre el tema. Esta organización profesional agraria pide que se diferencie entre ganadería intensiva y macrogranjas. UAGA está a favor del primer modelo y en contra de éstas últimas. Destaca “el importante papel de las explotaciones de porcino y de vacuno de cebo para fijar población en el medio rural, unas explotaciones que cumplen escrupulosamente los altos estándares de calidad ambiental y de seguridad alimentaria que marca la Unión Europea”.
UAGA recuerda que en la citada entrevista “Alberto Garzón sólo nombraba el extensivo y las macrogranjas, como si no existiera la ganadería intensiva, un modelo que nada tiene que ver con lo que se puede entender por macrogranja; en los últimos años se oye hablar de proyectos con cifras descomunales, como la explotación que se quiere instalar en Noviercas (Soria)”.
Desde UAGA se advierte que “se está generando confusión y un mensaje erróneo entre la ciudadanía”, y se explica que “el manejo de los animales criados para consumo se puede realizar de forma extensiva (sin necesidad de estabulación) o de forma intensiva (dentro de una granja); en el segundo caso se encuentra la producción de cerdo, ternera, pollo y conejo”. Añade que “el porcino es un sector fuertemente regulado, en el que está fijado el número máximo de cabezas (en Aragón el tope permitido son 7.200 cerdos y 3.500 madres por granja); en el sector vacuno no está fijado el máximo”.
UAGA concluye que siempre ha defendido “el modelo social de agricultura, que incluye la ganadería intensiva ejercida por una persona o una familia que reside en un pueblo, que vive directamente de esa actividad (porcino, vacuno, avicultura o cunicultura); la puesta en marcha de una granja de porcino o de un cebadero de terneros supone una oportunidad laboral para muchos jóvenes que quieren quedarse a vivir en su pueblo pero que no disponen de suficiente superficie agrícola para subsistir como productor de cereal o como fruticultor, o porque son zonas de secano donde no hay muchas opciones de cultivo”.
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Editorial de UPA: “Se nos acaba el tiempo”
UPA firma un nuevo artículo, que lleva por título “Se nos acaba el tiempo”. Aparece publicado en el número 293 de la revista “La tierra de la agricultura y la ganadería”, de la que la propia UPA es la editora. Dice así:
“Por supuesto que siempre ha habido sequías, incluso prolongadas durante varios años, calificadas siempre como históricas desde que hay registros. Por supuesto que los agricultores y ganaderos españoles estamos más que habituados, probablemente como ningunos en Europa, a sufrir la dureza extrema de los fenómenos climáticos de todo tipo. Por algo, con todas sus carencias y defectos, tenemos el mejor sistema de seguros agrarios de la Unión Europea.
Pero hace tiempo, mucho tiempo, que los problemas puntuales con las alarmas climáticas, como la grave sequía de este año, no hacen sino advertirnos de que nos enfrentamos a una situación inédita. Se observa un cambio en el comportamiento del clima provocado por nosotros, los seres humanos, con un desarrollo de actividades de doble cara: por una, nos ha ayudado a progresar y mejorar; y, por otra, ha generado agresiones terribles a la sostenibilidad medioambiental.
En definitiva, que la sequía que estamos sufriendo en España es histórica, sin duda, y que supone un enorme perjuicio a todos los sectores agrícolas y ganaderos; y por extensión al conjunto de la sociedad, porque a veces se olvida que de nuestros cultivos y nuestro ganado depende la alimentación sostenible y a precios justos de toda la población, en España, y en buena parte de Europa y el resto del mundo, que por algo somos una potencia exportadora de alimentos.
También es de valorar y agradecer la rapidez con la que se ha gestionado desde el Gobierno la puesta en marcha de ayudas directas, con prioridad para la agricultura familiar, presionando a su vez a las comunidades autónomas para que actúen en consecuencia.
Todo esto está muy bien. El problema es que estamos hablando de algo mucho más grave, que amenaza nuestro futuro y es necesario actuar ¡ya! con el horizonte en el futuro, en las nuevas sequías por venir, las olas de calor, las lluvias torrenciales que destrozan todo a su paso. En resumen, se ha acabado el tiempo de hablar del cambio climático para actuar sobre el terreno en la adecuación y mitigación, como venimos defendiendo en UPA con nuestros programas sobre la materia.
Hay que actuar sobre los planes hidrológicos, las inversiones en mejora de los actuales y puesta en marcha de nuevos sistemas de regadío más eficientes. Hay que aprovechar todas las oportunidades que ofrecen los progresos tecnológicos, que son muchos y vendrán más, para sacar el máximo rendimiento a cada gota de agua. Hay que acabar con la especulación y los usos indebidos, y aplicar criterios sociales y solidarios entre territorios para que nadie se quede fuera del acceso al agua imprescindible para producir alimentos.
Y todos, desde dentro del sector, las instituciones y lo que antes se denominaba opinión pública, debemos trabajar para evitar que se consoliden falsas verdades en torno al derroche de agua en el campo, al supuesto despilfarro de los regadíos o a la inconveniencia de producir alimentos para la ganadería.
Sólo desde una visión responsable y realista seremos capaces, en definitiva, de dejar de hablar de sequía en cuanto caen cuatro gotas y la ilusión óptica del asfalto mojado durante un rato hace creer que en el campo somos muy exagerados. Estamos ante una tremenda encrucijada, que sí que es histórica, y de nuestra capacidad de respuesta sostenida en el tiempo depende, sin duda, el camino a recorrer en el futuro”.