Un equipo de trabajo del proyecto europeo Diverfarming ha tratado de demostrar cómo las prácticas de manejo sostenible (reducción del laboreo y uso de cubiertas vegetales) permiten evitar la erosión y la escorrentía, sobre todo en eventos de lluvia intensos (que es como serán las precipitaciones con el cambio climático).
El citado equipo de trabajo explica que “el desierto se está asentando en el área mediterránea; la pérdida de suelo, producida por la erosión y la escorrentía, se ve agravada por un clima semiárido en el que la mayoría de la precipitación anual cae en unos pocos eventos intensos de lluvia que arrastran la tierra aún más”.
Cita el Inventario Nacional de Erosión de Suelos (INES), que dice que “más de un tercio de la superficie española soporta erosiones calificadas como graves o muy graves”. Señala que ante esto “se hace inevitable una actuación que trate de proteger la tierra y la agricultura que se sustenta sobre suelo mediterráneo”.
Desde el proyecto Diverfarming se considera que “las prácticas de manejo sostenible pueden ser las protagonistas de la actuación que recupere el suelo mediterráneo”. Y nombra como prácticas sostenibles las siguientes:
– Reducción del laboreo.
– Siembra directa.
– Utilización de cubiertas vegetales como abono verde.
María Martínez-Mena y su equipo del Centro de Investigación CEBAS-CSIC han liderado un artículo en el que se indica que “la reducción del laboreo en un cultivo de almendros hizo decrecer la erosión del suelo hasta en un 85 por ciento; para el cultivo de trigo la aplicación de estas prácticas provocó una reducción de la erosión en un 60 por ciento respecto al laboreo intensivo tradicional”.
En cuanto a la escorrentía, ésta “se vio reducida en niveles del 30 por ciento para trigo y el 65 por ciento para almendro”.
Otra conclusión: “Con las citadas prácticas se ha demostrado igualmente el aumento de carbono orgánico y contenido de nutrientes en el suelo, ya que al reducir la movilización de sedimentos de la capa más superior (que es la más fértil y rica en nutrientes) el fósforo, nitrógeno y carbono orgánico se quedaron donde debían, es decir, sirviendo de alimento a los cultivos”.
Otras noticias
Editorial de UPA: “Se nos acaba el tiempo”
UPA firma un nuevo artículo, que lleva por título “Se nos acaba el tiempo”. Aparece publicado en el número 293 de la revista “La tierra de la agricultura y la ganadería”, de la que la propia UPA es la editora. Dice así:
“Por supuesto que siempre ha habido sequías, incluso prolongadas durante varios años, calificadas siempre como históricas desde que hay registros. Por supuesto que los agricultores y ganaderos españoles estamos más que habituados, probablemente como ningunos en Europa, a sufrir la dureza extrema de los fenómenos climáticos de todo tipo. Por algo, con todas sus carencias y defectos, tenemos el mejor sistema de seguros agrarios de la Unión Europea.
Pero hace tiempo, mucho tiempo, que los problemas puntuales con las alarmas climáticas, como la grave sequía de este año, no hacen sino advertirnos de que nos enfrentamos a una situación inédita. Se observa un cambio en el comportamiento del clima provocado por nosotros, los seres humanos, con un desarrollo de actividades de doble cara: por una, nos ha ayudado a progresar y mejorar; y, por otra, ha generado agresiones terribles a la sostenibilidad medioambiental.
En definitiva, que la sequía que estamos sufriendo en España es histórica, sin duda, y que supone un enorme perjuicio a todos los sectores agrícolas y ganaderos; y por extensión al conjunto de la sociedad, porque a veces se olvida que de nuestros cultivos y nuestro ganado depende la alimentación sostenible y a precios justos de toda la población, en España, y en buena parte de Europa y el resto del mundo, que por algo somos una potencia exportadora de alimentos.
También es de valorar y agradecer la rapidez con la que se ha gestionado desde el Gobierno la puesta en marcha de ayudas directas, con prioridad para la agricultura familiar, presionando a su vez a las comunidades autónomas para que actúen en consecuencia.
Todo esto está muy bien. El problema es que estamos hablando de algo mucho más grave, que amenaza nuestro futuro y es necesario actuar ¡ya! con el horizonte en el futuro, en las nuevas sequías por venir, las olas de calor, las lluvias torrenciales que destrozan todo a su paso. En resumen, se ha acabado el tiempo de hablar del cambio climático para actuar sobre el terreno en la adecuación y mitigación, como venimos defendiendo en UPA con nuestros programas sobre la materia.
Hay que actuar sobre los planes hidrológicos, las inversiones en mejora de los actuales y puesta en marcha de nuevos sistemas de regadío más eficientes. Hay que aprovechar todas las oportunidades que ofrecen los progresos tecnológicos, que son muchos y vendrán más, para sacar el máximo rendimiento a cada gota de agua. Hay que acabar con la especulación y los usos indebidos, y aplicar criterios sociales y solidarios entre territorios para que nadie se quede fuera del acceso al agua imprescindible para producir alimentos.
Y todos, desde dentro del sector, las instituciones y lo que antes se denominaba opinión pública, debemos trabajar para evitar que se consoliden falsas verdades en torno al derroche de agua en el campo, al supuesto despilfarro de los regadíos o a la inconveniencia de producir alimentos para la ganadería.
Sólo desde una visión responsable y realista seremos capaces, en definitiva, de dejar de hablar de sequía en cuanto caen cuatro gotas y la ilusión óptica del asfalto mojado durante un rato hace creer que en el campo somos muy exagerados. Estamos ante una tremenda encrucijada, que sí que es histórica, y de nuestra capacidad de respuesta sostenida en el tiempo depende, sin duda, el camino a recorrer en el futuro”.