Los agricultores aragoneses se enfrentan a la disyuntiva de sembrar o no el cereal de invierno. La duda surge al hacer cuentas. Éstas no salen por culpa del incremento de los costes de producción. Los rendimientos decrecen de forma considerable si, además, no se usa semilla de calidad ni fertilizante. La alternativa es el barbecho pero, a partir de determinadas cifras, se entra en penalización en la recepción de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC), ayudas que suponen una aportación esencial para la economía agrícola. Los números rojos se ciernen sobre las explotaciones, especialmente de los secanos áridos de Aragón. Y la expectativa no es más halagüeña para los cultivos del verano de 2023, ya que los costes energéticos, de continuar en los parámetros actuales, pondrán en jaque a muchas explotaciones maiceras. Es la situación que vive el campo aragonés y que ha sido descrita por ASAJA Aragón en la mañana de este martes, 20 de septiembre. Esta organización ha denunciado que los postulados medioambientalistas priman de un modo excesivo sobre los económicos y agrícolas tanto en el Gobierno de España como en la Comisión Europea.
Otras noticias
UAGA-COAG denuncia que las explotaciones frutícolas se encuentran al límite por asfixia económica
UAGA-COAG pone sobre la mesa la difícil situación que viven las explotaciones frutícolas aragonesas. Dice que su rentabilidad está al límite. Esta organización profesional agraria alerta de la asfixia económica del sector frutícola. Hace balance de la campaña de este año. Presenta el informe siguiente:
“La última campaña de fruta ha estado marcada por la recuperación de los volúmenes de producción media en Aragón y por las condiciones meteorológicas, principalmente por la falta de agua para riego y las altas temperaturas, que adelantaron la maduración y también precipitaron que el momento de la recogida coincidiese con las tareas de aclareo.
Pero, además, la campaña ha tenido otra incómoda protagonista, la mosca de la fruta (Ceratitis capitata), que ha ejercido una presión nunca antes vista en el sector.
Todos estos factores provocaron que se comercializase fruta de menor calibre (tamaño más pequeño), lo que hizo que su salida al mercado fuese más difícil y originara stock en las cámaras.
Ante esta situación, UAGA-COAG solicitó al Gobierno de Aragón que activase las medidas existentes para poder regular el mercado, en concreto la retirada de fruta dentro de las Organizaciones de Productores (destinar parte de la producción almacenada a los bancos de alimentos y a transformación en zumo).
A pesar de las presiones de UAGA-COAG, el Departamento de Agricultura no aprobó esta reivindicación y ahora que están llegando las liquidaciones (los pagos de las cooperativas y almacenes a los agricultores) los productores de fruta están viendo cómo esos precios que perciben no llegan a cubrir los costes de producción.
En este sentido, la organización denuncia que una vez más se han incumplido los plazos que establece la Ley de la Cadena Alimentaria, y que las liquidaciones llegan meses después de la entrega de la fruta en los almacenes y con precios, muchas veces, por debajo de los costes.
UAGA-COAG es consciente de que es muy difícil de que la ciudadanía comprenda la denuncia de los precios bajos en origen que hacen los fruticultores cuando la realidad indica todo lo contrario, esto es, que los consumidores encuentran la fruta cada vez más cara en los mercados.
Para avalar esta queja, están los datos recogidos en el IPOD (Índice de Precios en Origen y Destino que elabora COAG), que confirman que en el mes de julio la diferencia de precios en el melocotón y la nectarina era de casi el cuatrocientos por ciento. Es decir, desde que sale del almacén hasta que llega al consumidor el precio de un melocotón o una nectarina se multiplica por cuatro.
Los responsables de ese aumento, tal y como denuncia desde hace años UAGA-COAG, son los intermediarios y la distribución, que primero cubren gastos y obtienen el beneficio oportuno, y, por último, las migas del pastel se las dejan al agricultor.
UAGA-COAG recuerda que el sector frutícola se encuentra asfixiado económicamente, por el aumento desorbitado de los costes de producción y por unos precios abusivos en origen, y que, además, afronta una emergencia climática que afecta directamente a los procesos fisiológicos de los cultivos, con un riesgo tan alto que cuestiona la viabilidad de las explotaciones.
Y todo esto sin que el Gobierno de Aragón dé una respuesta contundente de apoyo a este sector para evitar el abandono del cultivo de fruta y la falta de relevo generacional”.