Los agricultores aragoneses se enfrentan a la disyuntiva de sembrar o no el cereal de invierno. La duda surge al hacer cuentas. Éstas no salen por culpa del incremento de los costes de producción. Los rendimientos decrecen de forma considerable si, además, no se usa semilla de calidad ni fertilizante. La alternativa es el barbecho pero, a partir de determinadas cifras, se entra en penalización en la recepción de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC), ayudas que suponen una aportación esencial para la economía agrícola. Los números rojos se ciernen sobre las explotaciones, especialmente de los secanos áridos de Aragón. Y la expectativa no es más halagüeña para los cultivos del verano de 2023, ya que los costes energéticos, de continuar en los parámetros actuales, pondrán en jaque a muchas explotaciones maiceras. Es la situación que vive el campo aragonés y que ha sido descrita por ASAJA Aragón en la mañana de este martes, 20 de septiembre. Esta organización ha denunciado que los postulados medioambientalistas priman de un modo excesivo sobre los económicos y agrícolas tanto en el Gobierno de España como en la Comisión Europea.
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Centros tecnológicos, cooperativas y empresas de Aragón van a estudiar cómo combatir las aflatoxinas en el maíz
Se pone en marcha en Aragón un proyecto de cooperación que lleva por nombre “Cambio climático y aflatoxinas: el desafío en los cultivos de maíz en Aragón”. Centros tecnológicos, cooperativas y empresas van a buscar nuevas herramientas agronómicas para el control de las aflatoxinas.
El estrés hídrico y el aumento de las temperaturas propician su desarrollo. Hasta 2022 sólo se habían detectado en maíz almacenado o producto terminado.
La aparición en campo de aflatoxinas se ha convertido en uno de los principales problemas del sector, ya que su presencia o contaminación puede obligar a la industria a eliminar partidas enteras.
Las aflatoxinas son micotoxinas producidas por hongos, principalmente Aspergillus flavus y Aspergillus parasiticus, que se encuentran en varios cultivos agrícolas, principalmente maíz, cacahuete, pistachos y semillas de algodón.
El maíz es el cultivo de verano más extendido en Aragón. En 2024 abarcó más de ochenta y cuatro mil hectáreas, con un veinte por ciento de la superficie dedicada a consumo humano.
El proyecto está formado por cinco cooperativas (CADEBRO, Servicampo, Nuestra Señora del Rosario, Gallicum y Coopina), dos centros tecnológicos (UNIZAR y FITA) y dos empresas (Tereos &Sweeteners Iberia S.A.U. y Ars Alendi).