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Maiceros españoles y portugueses lamentan el retraso de la biotecnología europea frente al resto del mundo

La Asociación General de Productores de Maíz de España (AGPME), su homóloga portuguesa Anpromis y ASAJA Huesca han celebrado la tertulia virtual “Agricultura europea biotecnológica y sostenible, ¡YA!”, en la que expertos de alto nivel han abordado la importancia que tiene la aplicación de la biotecnología en el desarrollo de una agricultura sostenible.

La jornada ha servido como antesala del II Congreso Ibérico del Maíz, cuya celebración estaba prevista para este mes de septiembre, pero que ha sido pospuesta a septiembre de 2021 por motivos sanitarios, debido a la actual incertidumbre generada por la evolución del coronavirus.

El evento ha dado comienzo con una presentación a cargo de los organizadores: Javier Folch, director de AGPME y de Asaja Huesca; José Luis Romeo, presidente de AGPME; y Jorge Neves, presidente de Anpromis.

Javier Folch ha sido el encargado de explicar el porqué de la organización de este seminario web: “Tenemos que demostrar a Europa que sin biotecnología no puede existir una óptima sostenibilidad, dado que la biotecnología es necesaria para tener unas plantas sanas y fuertes; y éste es el mensaje que debemos transmitir, porque somos nosotros quienes garantizamos la alimentación del mundo”.

José Luis Romeo ha expuesto la posición de desventaja de los productores europeos en general y de los españoles y portugueses en particular respecto al resto del mundo.

Dice: “El año pasado la Unión Europea importó 25 millones de toneladas de maíz y este año 18. Esas cantidades vienen porque nuestros aranceles para importar el maíz son muy bajos y porque tenemos tratados internacionales que les permiten importar a un arancel cero, como el de Canadá, los convenios con Ucrania, y el último tratado con Mercosur. Y todo ese maíz viene con biotecnología y tratamientos a los que no tenemos acceso porque están prohibidos en la Unión Europea”.

Desde Portugal, Jorge Neves ha puesto en valor la resiliencia de los productores de maíz durante la pandemia y ha destacado la importancia de la defensa conjunta de los intereses de los productores del Sur ante la Unión Europea, porque, ha dicho, “los problemas de los productores del Sur no son los mismos que los del Norte de Europa”.

Entre los principales problemas ha mencionado “la recuperación de los rendimientos, reforzar el papel de las organizaciones de productores para facilitar el acceso de los agricultores a las nuevas tecnologías, la escasez de agua o los objetivos marcados en el Green Deal o Pacto Verde”.

La parte práctica del encuentro ha estado protagonizada por la presentación de un ensayo de campo de cultivo de maíz por parte de Carlos Martín Esteban, de Bayer Crop Science, quien ha realizado una pormenorizada explicación de las investigaciones realizadas con Dekalb para poner a disposición de los agricultores la densidad más adecuada en función de cada ambiente.

Indica que “en alta densidad no nos podemos permitir fallos ni de semilla ni de siembra; por ello y para conseguir la máxima fiabilidad, estos trabajos cuentan con el apoyo de tecnología geoespacial, agricultura de precisión, y con sembradoras y cosechadoras adecuadas, entre otras herramientas”.

El núcleo central de la tertulia virtual ha consistido en una tertulia, moderada por la directora de la Fundación Antama, Soledad de Juan, en la que han participado Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC); David Millán, de Syngenta España; Alberto Ojembarrena, de Corteva Agriscience; Esther Herranz, ex diputada del Parlamento Europeo (2002-2019) y antigua ponente de la reforma de la PAC; y el productor de maíz Santiago Escudero.

Lluís Montoliu ha hecho un alegato en defensa de las nuevas tecnologías de edición genética, como es el CRISPR, de las que ha dicho “nos permiten un control de las modificaciones genéticas que nunca antes tuvimos”, y ha incidido en la “necesidad de adaptar la legislación europea para no seguir perdiendo competitividad frente a otras regiones del mundo”.

David Millán ha detallado las acciones y los pilares básicos del Good Growth Plan de Syngenta. Ha explicado que el éxito cosechado en su primera edición sirvió a la compañía de aliciente para lanzar una segunda edición con objetivos actualizados en función de las necesidades de la sociedad, que se apoya en tres pilares básicos: Innovación, cambio climático y seguridad para las personas.

En el caso concreto de la semilla de maíz, ha explicado que los trabajos llevados a cabo por Syngenta se centran en mejora genética tradicional enfocada a eficiencia de silo, mejora en el uso de recursos híbridos (híbridos Artesian), y combinación de maíz e Hyvido (cebada híbrida).

Y la diferencia de herramientas de edición disponibles en Europa con respecto a otros países ha centrado la intervención de Alberto Ojembarrena.

Señala que “estamos estancados en 1998 en cuanto a biotecnología se refiere, y por ello tenemos que enfocarnos en conseguir mayor rentabilidad y sostenibilidad en otro tipo de tecnologías, como son las digitales, la mejora de forrajes, la tolerancia a sequía o la búsqueda de nuevas moléculas para la protección de la semilla”.

Esther Herranz ha hecho una reflexión desde el punto de vista social y político de la investigación, la biotecnología y el sector primario.

Apunta que en su opinión “hay una doble vara de medir en este asunto y ahora con el nuevo reto medioambiental que plantea la Comisión Europea creo que debemos ser claros con este asunto”.

Santiago Escudero ha aportado su punto de vista como agricultor y productor de maíz.

Ha explicado qué supone el cultivo para la economía de agricultores como él, las ventajas medioambientales que ofrece a la sociedad, y los hándicaps y aspectos que más preocupan a los agricultores, como “la entrada en Europa de grandes cantidades de producto de otros países con diferentes tipos de OGMs aprobados, mientras aquí sólo tenemos uno (el del taladro)”.

25 de septiembre de 2020

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