El proyecto LIFE ClimAgri (actualmente LIFE Agromitiga) propone un decálogo de buenas prácticas agrícolas para luchar contra la erosión del suelo y el cambio climático, y todo ello sin perder rentabilidad económica en las explotaciones. Incluso se apunta que estas medidas entran dentro de la filosofía de los eco-esquemas de la nueva Política Agraria Común (PAC).
Este proyecto europeo, con participación de la Universidad de Córdoba, se ha centrado en los cultivos extensivos de regadío. Han trabajado en él los investigadores Emilio Jesús González, Jesús Gil Ribes y Francisco Márquez.
ClimAgri establece como prácticas beneficiosas las siguientes:
– Uso de cubierta vegetal permanente de los suelos.
– Mínima alteración del suelo.
– Rotación de cultivos.
– Optimización en el uso de agroquímicos y su adecuado manejo.
– Uso de tecnologías avanzadas.
– Implantación de estrategias de riego deficitario.
– Consideración conjunta de prácticas agronómicas, técnicas y económicas en el riego.
– Siembra de las lindes.
– Creación de estructuras de retención o zonas tampón para evitar las escorrentías.
– Medidas para fomentar la biodiversidad.
Los investigadores del proyecto LIFE ClimAgri señalan que “la protección del suelo es fundamental para luchar contra el cambio climático”.
Indican que “cuando estamos luchando contra el cambio climático en la agricultura lo hacemos con cubiertas vegetales en los cultivos leñosos, y con siembra directa en cultivos extensivos; son medidas para proteger el suelo, reduciendo la erosión en más de un 90 por ciento y también las escorrentías”.
Añaden que “la práctica de protección del suelo de no labrar permite reducir las emisiones, secuestrar carbono, y aumentar la materia orgánica del suelo y su fertilidad”.
Y concluyen que “este nuevo paradigma agrícola pasa por convencer a los agricultores de que asuman las nuevas prácticas sin que eso suponga una merma de la rentabilidad económica; por eso, la investigación se centra en generar nuevos modelos que consigan reducir los insumos, es decir, los costes de producción”.
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Decálogo del Ternasco de Aragón como “carne rosa”: sabor suave, homogéneo y equilibrado
El blog de la Indicación Geográfica Protegida (I.G.P.) Ternasco de Aragón continúa detallando el decálogo de la que se ha bautizado como “carne rosa”. Dice que “la carne de cordero Ternasco de Aragón es muy tierna y con un sabor suave y homogéneo, un sabor que resulta, por tanto, muy equilibrado”.
La I.G.P. Ternasco de Aragón diferencia esta carne de la del cordero lechal (cordero de menos de treinta días) y de la del pascual (cordero de más de ciento veinte días). Señala que “el lechal es demasiado suave y el pascual resulta más fuerte al paladar en comparación con el Ternasco de Aragón”.
Concluye: “El Ternasco de Aragón tiene un sabor suave pero con personalidad; es exquisito e inimitable por su tierna jugosidad”.