Diario del Campo

Fundado en 2012 por Alberto Cebrián

jueves, 1 de junio de 2023

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Las universidades de Córdoba y California han estudiado como prevenir las aflatoxinas en los almendros

Investigadores de la Universidad de Córdoba y de la Universidad de California Davis han estudiado el comportamiento de distintas variedades de almendro frente a la contaminación por aflatoxinas, un problema grave por ser perjudiciales para la salud. Desde la Universidad de Córdoba se recuerda que en 2013 ganaderos andaluces tuvieron que destruir dos millones de litros de leche debido a la contaminación por aflatoxinas, que habían sido transmitidas al ganado a través de los cereales destinados a su alimentación. Estas toxinas están provocadas por hongos de la familia Aspergillus (Aspergillus flavus y A. parasiticus), que también plantean un problema para el almendro. Durante tres años han estado trabajando conjuntamente Juan Moral y María Teresa García por la Universidad de Córdoba, y Themis Michailides por la de California.

Analizaron el comportamiento de diferentes variedades de almendro ante el patógeno, evaluando el nivel de contaminación por aflatoxinas de los frutos de 29 variedades diferentes (20 tradicionales y 9 procedentes de un programa de mejora avanzada). A pesar de que no se encontró ninguna variedad inmune, nueve cultivares tradicionales y cuatro selecciones avanzadas se clasificaron como resistentes.

Tras detectar que las variedades resistentes provenían de cruces entre almendro y melocotón (que se suele utilizar como parental para hacer que las nuevas variedades de almendro sean autofértiles), “hicimos un ensayo comparando la resistencia de las semillas de melocotonero con la resistencia que mostraban las variedades de almendro Sonora (resistente) y Carmel (susceptible) y cultivares comunes de pistachos”. Es lo que explica la investigadora María Teresa García. De esta manera, pudieron comprobar que esa resistencia que presentaban las variedades de almendro a las que se había introducido germoplasma de melocotonero se debía a la resistencia que éste presenta ante la contaminación por aflatoxinas.

Se investigó, además, el papel de la cáscara de la almendra ante el patógeno, comprobando “que cuando la cáscara está intacta y sana el patógeno es incapaz de llegar a la semilla”, como señala Juan Moral. Sin embargo, “es muy normal que la cáscara tenga alguna abertura debido a insectos, daño físico o alguna condición propia de la planta, que permiten que el patógeno se introduzca”.

En California, el principal método de biocontrol que existe para hacer frente a la contaminación por aflatoxinas es el uso de la cepa de control biológico AF36. Este método, adaptado por el grupo del profesor Themis Michailides al almendro y pistacho, consiste en el uso de una cepa nativa de la especie Aspergillus flavus que tiene una mutación específica que detiene la producción de aflatoxinas, dejando así de ser tóxica. Con la aplicación de esta cepa de control biológico se desplazan las cepas tóxicas y se evita la contaminación.

Para completar el estudio se probó el efecto combinado de la resistencia varietal y la aplicación del método de biocontrol para conocer su efectividad. Para ello “inoculamos semillas de la variedad resistente Sonora y de la susceptible Carmel y vimos que este método de biocontrol funciona en los dos cultivares, pero la reducción del riesgo es más alta en el cultivar susceptible ya que la variedad resistente limita la colonización de la cepa no tóxica”, resalta María Teresa García.

Así, el método de biocontrol combinado con el uso de cultivares resistentes se vislumbra como una estrategia de protección robusta para luchar contra la contaminación por aflatoxinas en California. En España se conoce menos esta problemática, pero la extensión de almendros y la producción de almendras aumentan en este país, por lo que este estudio abre la puerta a aumentar el conocimiento sobre esta problemática para, en el día de mañana, poderle hacer frente.

3 de diciembre de 2021

Otras noticias

Editorial de UPA: “Se nos acaba el tiempo”

UPA firma un nuevo artículo, que lleva por título “Se nos acaba el tiempo”. Aparece publicado en el número 293 de la revista “La tierra de la agricultura y la ganadería”, de la que la propia UPA es la editora. Dice así:

“Por supuesto que siempre ha habido sequías, incluso prolongadas durante varios años, calificadas siempre como históricas desde que hay registros. Por supuesto que los agricultores y ganaderos españoles estamos más que habituados, probablemente como ningunos en Europa, a sufrir la dureza extrema de los fenómenos climáticos de todo tipo. Por algo, con todas sus carencias y defectos, tenemos el mejor sistema de seguros agrarios de la Unión Europea.

Pero hace tiempo, mucho tiempo, que los problemas puntuales con las alarmas climáticas, como la grave sequía de este año, no hacen sino advertirnos de que nos enfrentamos a una situación inédita. Se observa un cambio en el comportamiento del clima provocado por nosotros, los seres humanos, con un desarrollo de actividades de doble cara: por una, nos ha ayudado a progresar y mejorar; y, por otra, ha generado agresiones terribles a la sostenibilidad medioambiental.

En definitiva, que la sequía que estamos sufriendo en España es histórica, sin duda, y que supone un enorme perjuicio a todos los sectores agrícolas y ganaderos; y por extensión al conjunto de la sociedad, porque a veces se olvida que de nuestros cultivos y nuestro ganado depende la alimentación sostenible y a precios justos de toda la población, en España, y en buena parte de Europa y el resto del mundo, que por algo somos una potencia exportadora de alimentos.

También es de valorar y agradecer la rapidez con la que se ha gestionado desde el Gobierno la puesta en marcha de ayudas directas, con prioridad para la agricultura familiar, presionando a su vez a las comunidades autónomas para que actúen en consecuencia.

Todo esto está muy bien. El problema es que estamos hablando de algo mucho más grave, que amenaza nuestro futuro y es necesario actuar ¡ya! con el horizonte en el futuro, en las nuevas sequías por venir, las olas de calor, las lluvias torrenciales que destrozan todo a su paso. En resumen, se ha acabado el tiempo de hablar del cambio climático para actuar sobre el terreno en la adecuación y mitigación, como venimos defendiendo en UPA con nuestros programas sobre la materia.

Hay que actuar sobre los planes hidrológicos, las inversiones en mejora de los actuales y puesta en marcha de nuevos sistemas de regadío más eficientes. Hay que aprovechar todas las oportunidades que ofrecen los progresos tecnológicos, que son muchos y vendrán más, para sacar el máximo rendimiento a cada gota de agua. Hay que acabar con la especulación y los usos indebidos, y aplicar criterios sociales y solidarios entre territorios para que nadie se quede fuera del acceso al agua imprescindible para producir alimentos.

Y todos, desde dentro del sector, las instituciones y lo que antes se denominaba opinión pública, debemos trabajar para evitar que se consoliden falsas verdades en torno al derroche de agua en el campo, al supuesto despilfarro de los regadíos o a la inconveniencia de producir alimentos para la ganadería.

Sólo desde una visión responsable y realista seremos capaces, en definitiva, de dejar de hablar de sequía en cuanto caen cuatro gotas y la ilusión óptica del asfalto mojado durante un rato hace creer que en el campo somos muy exagerados. Estamos ante una tremenda encrucijada, que sí que es histórica, y de nuestra capacidad de respuesta sostenida en el tiempo depende, sin duda, el camino a recorrer en el futuro”.

31 de mayo de 2023 |
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