La Federación Española de Industrias de Alimentos y Bebidas (FIAB) ha presentado el Informe de Empleo 2020, que recoge el comportamiento de este sector durante los seis meses primeros de este año. Una de las conclusiones es que “la crisis sanitaria y económica provocada por la COVID-19 ha frenado la buena dinámica de creación de empleo en esta industria en los últimos años”.
FIAB indica que “la pandemia ha provocado un crecimiento plano en la creación de empleo durante el primer semestre de 2020; en términos de ocupación, el sector en su conjunto sólo ha sumado 835 nuevos puestos de trabajo en este periodo, un 0,2 por ciento más con respecto al cierre de 2019”.
Sin embargo, desde FIAB advierten que “las estadísticas recogidas en el Informe de Empleo 2020 no reflejan totalmente la situación real en el escenario laboral, puesto que no muestra el efecto de los trabajadores que se encuentran en ERTE”.
La Federación calcula que “en el mes de octubre alrededor de 9.700 empleos se encontraban en esta situación; de darse este hecho, tanto en términos de ocupación como de afiliación, se reflejaría una mayor caída”.
Mauricio García de Quevedo, director general de FIAB, señala que “la industria de alimentación y bebidas ha afrontado la crisis con gran fortaleza y responsabilidad; y, a pesar de que la COVID-19 ha impactado de manera directa en su trayectoria generadora de puestos de trabajo durante los últimos ejercicios, se sigue mostrando como sector clave del empleo de la economía española y capaz de afrontar y liderar la reactivación de nuestra economía”.
A comienzos de 2020 se hablaba de buen comportamiento de las exportaciones y de demanda interna sostenida; el problema llegó con la pandemia, que supuso un frenazo en las ventas a la hostelería (nacional y de otros países).
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El proyecto europeo LEGUMINOSE, en el que participa UPA, ha alcanzado el ecuador de sus trabajos. Ha celebrado una asamblea en Sumperk (Chequia) para debatir sobre las primeras conclusiones. Una de ellas dice que “las leguminosas ofrecen posibilidades como cultivo-servicio para reducir las necesidades de fertilización en nitrógeno”.
Ello se presenta como “algo fundamental, tanto por el ahorro en costes para la producción de cereales como ante las limitaciones que algunos agricultores tienen, al estar situada su explotación en una zona catalogada como vulnerable”.
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