“La agricultura baja en carbono” es el título de la conferencia que ha organizado la Embajada de Francia y que se ha celebrado en Madrid con la participación del secretario general de Agricultura y Alimentación del Ministerio, Fernando Miranda, el cual ha apuntado que el plan estratégico nacional de la Política Agraria Común (PAC) promueve medidas que van a contribuir a la mejora de los suelos y a la lucha contra la erosión y la desertificación. Habla del pastoreo extensivo, el mantenimiento de cubiertas vegetales y la rotación de cultivos. Y ha anunciado que está previsto destinar setenta y nueve millones de euros (de la Agenda de Digitalización y del Plan de Recuperación) a inversiones en agricultura de precisión y tecnologías 4.0, con el fin de “dotar al sector de herramientas que le permitan aplicar prácticas bajas en emisiones y para cuantificarlas”.
Fernando Miranda ha reiterado “el apoyo de España a la iniciativa de la Comisión Europea de establecer un marco regulatorio que permita certificar la reducción de emisiones, una medida necesaria para estimular la adhesión por parte del sector agroalimentario a este tipo de proyectos, de manera que sea posible aprovechar su potencial tanto de reducir emisiones como de incrementar el secuestro de carbono en suelos agrícolas y forestales”. Ha asegurado que el Ministerio de Agricultura trabajará conjuntamente con la Comisión Europea y el resto de Estados miembros para armonizar los sistemas de certificación, facilitando e incentivando su puesta en marcha.
El secretario general ha recordado que España cuenta desde 2014 con el “Registro de la huella de carbono, compensación y proyectos de absorción de CO2”, y que “las ayudas a través de la Asociación Europea para la Innovación están propiciando la creación de más grupos operativos interesados en desarrollar proyectos de reducción de huella de carbono”. También ha apuntado que “el Ministerio, a través de los decretos de ordenación de los sectores ganaderos, promueve la introducción en las granjas de las mejores técnicas disponibles que nos permitan reducir emisiones de gases de efecto invernadero”.
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Aragón presenta el informe “Análisis de la ganadería extensiva”
Los consejeros de Agricultura y Presidencia del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona y Mayte Pérez, se han desplazado a una explotación de ganado vacuno de raza pirenaica situada en Cedrillas (Teruel). Allí han dado datos incluidos en el informe “Análisis de la ganadería extensiva de Aragón”.
Los más destacables son los siguientes:
“El estudio determina que, de las 3.935 explotaciones de ganadería extensiva existentes en Aragón, el setenta por ciento se sitúan en zonas de montaña, fundamentalmente en las comarcas del Sobrarbe, Ribagorza y Jacetania. Estas explotaciones se caracterizan por tener un carácter netamente familiar, acreditando sus titulares una elevada profesionalidad (más del noventa por ciento de los ingresos de estas familias procede del sector agrario).
El informe pone de manifiesto que la renta de los ganaderos (diferencia entre ingresos y gastos) se sitúa en algo más de catorce mil euros al año. Y eso contando con que las ayudas medias que ya reciben este tipo de explotaciones alcanza en Aragón los treinta y dos mil euros al año. Más de la mitad de las ayudas públicas que reciben van directamente a cubrir los costes que no quedan resarcidos por la actividad ganadera. Esta diferencia se agrava todavía más en el caso de las explotaciones de ganadería extensiva situadas en zonas de montaña, donde, aun recibiendo una ayuda superior que alcanza los treinta y cinco mil euros al año, su renta final apenas supera los doce mil euros al año en determinados casos.
En cuanto a la edad de los ganaderos extensivos, sólo el diecinueve por ciento son menores de cuarenta años. Sin embargo, casi el setenta y tres por ciento de las explotaciones de titulares menores de cuarenta años se ubican en zonas de montaña.
Respecto a la evolución de censos, considerando la serie histórica (2013-2021), se constata un incremento en el caso de vacas nodrizas (diecisiete por ciento en la zona pirenaica, y sesenta y cinco por ciento en el resto de zonas de montaña). Sin embargo, en el caso de la ganadería de ovino, estas cifras son negativas, con una reducción del cinco por ciento en la zona pirenaica y del nueve por ciento en el resto de zonas de montaña”.