El proyecto LIFE CLINMED-FARM participará en el Foro Mundial de Economía Circular, que se celebrará del 30 de mayo al 2 de junio en Finlandia. Es un proyecto que tiene una duración de cuatro años y que cuenta con un presupuesto de algo más de tres millones y medio de euros. Participa en él Aragón, a través del CITA. Adelaida Perea y Noemí Mateo, de este centro de investigación, asistirán al Foro Mundial de Economía Circular. El proyecto LIFE CLINMED-FARM tiene como objetivo “el desarrollo de modelos de gestión del purín sostenibles y eficaces a escala granja, acercándose a esquemas neutros desde el punto de vista climático en el marco de la agricultura mediterránea”.
Desde el CITA de Aragón, la exposición que se realiza sobre este proyecto es la siguiente:
“Los socios del proyecto aplican técnicas sencillas pero innovadoras en las tres etapas clave de la gestión de los purines (producción, almacenamiento y uso como fertilizante), con el fin de mitigar las emisiones de metano (CH4), óxido nitroso (N2O) y amoniaco (NH3) a la atmósfera; recuperar el CH4 generado en el almacenamiento; valorizar el excedente de calor de la producción de biogás y reducir el uso de fertilizantes sintéticos. Todas las acciones de los socios se enfocan hacia la economía circular.
Las técnicas mencionadas, aplicables tanto en instalaciones nuevas como existentes, se implementan en dos casos de estudio a escala de explotación, uno en España y otro en Italia. En ambos casos de estudio, se comparan dos escenarios. Por un lado, en el escenario de referencia, se lleva a cabo una gestión tradicional de los purines. Por otro lado, en el escenario de proyecto, se aplican las técnicas mencionadas para obtener un sistema integral de gestión de purines con objeto de fomentar el reciclaje de nutrientes, y el uso de la energía renovable a la vez que se minimizan las emisiones de gases.
Las acciones comunes en el escenario de proyecto de ambos casos de estudio son la retirada frecuente de purines de las naves de los animales (cerdos en España y vacas lecheras en Italia) para recuperar el CH4 y evitar las emisiones de NH3, la cobertura del almacenamiento externo de purines para el control de las emisiones de gases, la digestión anaerobia de los purines para utilizar el biogás producido como fuente de energía, y la aplicación en campo del digerido mediante metodologías eficientes de gestión de nutrientes para minimizar el impacto ambiental (fertirrigación en España, y uso de acidificantes, inhibidor de la nitrificación y de incorporación directo al suelo en Italia).
El proyecto monitoriza y evalúa la eficiencia y sostenibilidad de todas estas técnicas en cada etapa de la cadena de gestión de purines junto con los posibles impactos derivados de una etapa a la siguiente. La evaluación se realiza desde un punto de vista medioambiental y socioeconómico mediante protocolos de medición y seguimiento de las emisiones fiables y robustos para determinar el potencial de mitigación de las técnicas (empleadas en el escenario del proyecto) en comparación con los sistemas tradicionales de gestión de las deyecciones ganaderas”.
Otras noticias
Editorial de UPA: “Se nos acaba el tiempo”
UPA firma un nuevo artículo, que lleva por título “Se nos acaba el tiempo”. Aparece publicado en el número 293 de la revista “La tierra de la agricultura y la ganadería”, de la que la propia UPA es la editora. Dice así:
“Por supuesto que siempre ha habido sequías, incluso prolongadas durante varios años, calificadas siempre como históricas desde que hay registros. Por supuesto que los agricultores y ganaderos españoles estamos más que habituados, probablemente como ningunos en Europa, a sufrir la dureza extrema de los fenómenos climáticos de todo tipo. Por algo, con todas sus carencias y defectos, tenemos el mejor sistema de seguros agrarios de la Unión Europea.
Pero hace tiempo, mucho tiempo, que los problemas puntuales con las alarmas climáticas, como la grave sequía de este año, no hacen sino advertirnos de que nos enfrentamos a una situación inédita. Se observa un cambio en el comportamiento del clima provocado por nosotros, los seres humanos, con un desarrollo de actividades de doble cara: por una, nos ha ayudado a progresar y mejorar; y, por otra, ha generado agresiones terribles a la sostenibilidad medioambiental.
En definitiva, que la sequía que estamos sufriendo en España es histórica, sin duda, y que supone un enorme perjuicio a todos los sectores agrícolas y ganaderos; y por extensión al conjunto de la sociedad, porque a veces se olvida que de nuestros cultivos y nuestro ganado depende la alimentación sostenible y a precios justos de toda la población, en España, y en buena parte de Europa y el resto del mundo, que por algo somos una potencia exportadora de alimentos.
También es de valorar y agradecer la rapidez con la que se ha gestionado desde el Gobierno la puesta en marcha de ayudas directas, con prioridad para la agricultura familiar, presionando a su vez a las comunidades autónomas para que actúen en consecuencia.
Todo esto está muy bien. El problema es que estamos hablando de algo mucho más grave, que amenaza nuestro futuro y es necesario actuar ¡ya! con el horizonte en el futuro, en las nuevas sequías por venir, las olas de calor, las lluvias torrenciales que destrozan todo a su paso. En resumen, se ha acabado el tiempo de hablar del cambio climático para actuar sobre el terreno en la adecuación y mitigación, como venimos defendiendo en UPA con nuestros programas sobre la materia.
Hay que actuar sobre los planes hidrológicos, las inversiones en mejora de los actuales y puesta en marcha de nuevos sistemas de regadío más eficientes. Hay que aprovechar todas las oportunidades que ofrecen los progresos tecnológicos, que son muchos y vendrán más, para sacar el máximo rendimiento a cada gota de agua. Hay que acabar con la especulación y los usos indebidos, y aplicar criterios sociales y solidarios entre territorios para que nadie se quede fuera del acceso al agua imprescindible para producir alimentos.
Y todos, desde dentro del sector, las instituciones y lo que antes se denominaba opinión pública, debemos trabajar para evitar que se consoliden falsas verdades en torno al derroche de agua en el campo, al supuesto despilfarro de los regadíos o a la inconveniencia de producir alimentos para la ganadería.
Sólo desde una visión responsable y realista seremos capaces, en definitiva, de dejar de hablar de sequía en cuanto caen cuatro gotas y la ilusión óptica del asfalto mojado durante un rato hace creer que en el campo somos muy exagerados. Estamos ante una tremenda encrucijada, que sí que es histórica, y de nuestra capacidad de respuesta sostenida en el tiempo depende, sin duda, el camino a recorrer en el futuro”.