Diario del Campo

Fundado en 2012 por Alberto Cebrián

jueves, 1 de junio de 2023

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El proyecto CROPDIVA pretende incentivar el cultivo de la avena, cebada pelada, triticale, alforfón, habas y altramuz

Rescatar e incentivar el cultivo de la avena, cebada pelada, triticale, alforfón, habas y altramuz es el reto del proyecto CROPDIVA, un consorcio científico coordinado por la Universidad de Gante (Bélgica) y en el que participa el IRTA de Cataluña. Se les denomina cultivos huérfanos, aludiendo a “una presencia cada vez más marginal tanto en el campo como en los supermercados, en los que predominan cereales como el trigo, arroz y maíz”. Desde el IRTA se indica que “la avena, cebada pelada, triticale, alforfón, habas y altramuz son cultivos herbáceos con interesantes rasgos agronómicos y alimentarios”.

Marta da Silva, jefa del programa de cultivos extensivos sostenibles del IRTA, explica que “CROPDIVA quiere reinsertar los seis cultivos en el circuito productivo con dos objetivos estratégicos: mejorar la agrobiodiversidad y crear nuevas cadenas de valor local”.

Se quiere avanzar en el conocimiento de estos cultivos con ensayos de campo hechos en múltiples zonas agroclimáticas. A partir de los diferentes experimentos y con la ayuda de modelos matemáticos y estadísticos, se identificarán los rasgos y las variedades más interesantes para los productores. Un ejemplo es “el estudio de la asociación (intercropping) de triticale con guisantes y con habas, un modelo en el que la leguminosa puede actuar como fertilizante natural para el cereal gracias a que ésta capta el nitrógeno del aire”.

El proyecto también se dedicará a dotar de valor comercial a los seis cultivos. Será a partir del desarrollo de “productos innovadores, seguros y saludables: panes sin gluten, análogos cárnicos, bebidas vegetales en polvo o pastas serán algunas de las salidas alimentarias”.

17 de marzo de 2022

Otras noticias

Editorial de UPA: “Se nos acaba el tiempo”

UPA firma un nuevo artículo, que lleva por título “Se nos acaba el tiempo”. Aparece publicado en el número 293 de la revista “La tierra de la agricultura y la ganadería”, de la que la propia UPA es la editora. Dice así:

“Por supuesto que siempre ha habido sequías, incluso prolongadas durante varios años, calificadas siempre como históricas desde que hay registros. Por supuesto que los agricultores y ganaderos españoles estamos más que habituados, probablemente como ningunos en Europa, a sufrir la dureza extrema de los fenómenos climáticos de todo tipo. Por algo, con todas sus carencias y defectos, tenemos el mejor sistema de seguros agrarios de la Unión Europea.

Pero hace tiempo, mucho tiempo, que los problemas puntuales con las alarmas climáticas, como la grave sequía de este año, no hacen sino advertirnos de que nos enfrentamos a una situación inédita. Se observa un cambio en el comportamiento del clima provocado por nosotros, los seres humanos, con un desarrollo de actividades de doble cara: por una, nos ha ayudado a progresar y mejorar; y, por otra, ha generado agresiones terribles a la sostenibilidad medioambiental.

En definitiva, que la sequía que estamos sufriendo en España es histórica, sin duda, y que supone un enorme perjuicio a todos los sectores agrícolas y ganaderos; y por extensión al conjunto de la sociedad, porque a veces se olvida que de nuestros cultivos y nuestro ganado depende la alimentación sostenible y a precios justos de toda la población, en España, y en buena parte de Europa y el resto del mundo, que por algo somos una potencia exportadora de alimentos.

También es de valorar y agradecer la rapidez con la que se ha gestionado desde el Gobierno la puesta en marcha de ayudas directas, con prioridad para la agricultura familiar, presionando a su vez a las comunidades autónomas para que actúen en consecuencia.

Todo esto está muy bien. El problema es que estamos hablando de algo mucho más grave, que amenaza nuestro futuro y es necesario actuar ¡ya! con el horizonte en el futuro, en las nuevas sequías por venir, las olas de calor, las lluvias torrenciales que destrozan todo a su paso. En resumen, se ha acabado el tiempo de hablar del cambio climático para actuar sobre el terreno en la adecuación y mitigación, como venimos defendiendo en UPA con nuestros programas sobre la materia.

Hay que actuar sobre los planes hidrológicos, las inversiones en mejora de los actuales y puesta en marcha de nuevos sistemas de regadío más eficientes. Hay que aprovechar todas las oportunidades que ofrecen los progresos tecnológicos, que son muchos y vendrán más, para sacar el máximo rendimiento a cada gota de agua. Hay que acabar con la especulación y los usos indebidos, y aplicar criterios sociales y solidarios entre territorios para que nadie se quede fuera del acceso al agua imprescindible para producir alimentos.

Y todos, desde dentro del sector, las instituciones y lo que antes se denominaba opinión pública, debemos trabajar para evitar que se consoliden falsas verdades en torno al derroche de agua en el campo, al supuesto despilfarro de los regadíos o a la inconveniencia de producir alimentos para la ganadería.

Sólo desde una visión responsable y realista seremos capaces, en definitiva, de dejar de hablar de sequía en cuanto caen cuatro gotas y la ilusión óptica del asfalto mojado durante un rato hace creer que en el campo somos muy exagerados. Estamos ante una tremenda encrucijada, que sí que es histórica, y de nuestra capacidad de respuesta sostenida en el tiempo depende, sin duda, el camino a recorrer en el futuro”.

31 de mayo de 2023 |
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